Una disculpa hubiera sido más digna que toda esa sarta de falsas y empalagosas lisonjas dirigidas por el Ministro de Gobierno hacia Santa Cruz, al mismo tiempo que anunciaba una nueva “cabeza de turco” para tratar de ocultar una ofensa que no hace más que reafirmar un viejo e inexplicable resentimiento del andinocentrismo hacia esta región que, al parecer, necesita muchas más evidencias para convencer a los demás que tiene el derecho ganado de pertenecer a Bolivia.
Y las disculpas hubieran sido aceptadas sin reparos ¿qué más da? Después de todas las ofensas, insultos, falsas acusaciones, políticas de persecución, invasiones armadas, cercos y los innumerables estigmas que se han cargado sobre Santa Cruz desde que existe la memoria, cómo no pasar por alto un epíteto más, que esconde un prejuicio machacón, que en boca de un gobernante implica un incentivo al odio y a la división.
Lo que no se puede tolerar es que este incidente sea utilizado por los mismos ofensores para sindicar a un culpable y tratar de quitarlo del camino, por considerarlo molestoso para el régimen. Se trata nada menos que de la Agencia de Noticias Fides (ANF), cuyo director y fundador, José Gramunt, ha respondido con mucha altura, demostrándole al país de manera textual las palabras que fueron lanzadas la pasada semana en Tiahuanaco frente a un alto personero del Banco Mundial.
Es obvio que el Gobierno ha cobrado el poder para reescribir la historia, para borrar realidades e inventar nuevos mitos y seguramente será capaz de aplastar las verdades para imponer sus mentiras, mucho más cuando existe la gran oportunidad de deshacerse de un gran actor de la prensa libre como es ANF.
La agencia Fides representa uno de los emblemas más dignos del periodismo nacional; expresa mejor que nadie el camino de la ética, el compromiso y el gran esfuerzo que han recorrido muchos medios de comunicación nacionales, baluartes de la construcción de la democracia nacional que ahora se encuentra en grave riesgo y con ella, sus principales exponentes, en este caso la obra de José Gramunt, quien pese a los años que carga encima, se mantiene firme en la defensa de los grandes valores de la libertad.
En estos tiempos de gran auge tecnológico parece fácil hacer periodismo instantáneo. Eso lo comenzó a hacer ANF hace más de 30 años, cuando el único medio para enviar información interdepartamental era el último vuelo del día o vía teléfono. Más tarde vendría el télex, un instrumento desconocido por las nuevas generaciones hasta que se hizo presente el fax, que redujo los costos y las posibilidades de envío y recepción de noticias. Es en esas condiciones que Fides hizo un trabajo militante para tener vigente la libertad de expresión en épocas de gran inestabilidad política, en los periodos dictatoriales y crisis económicas, aportando de manera decidida a la transparencia y la libre circulación de las ideas por todo el país, un trabajo que se ha hecho con la mayor honestidad y rigurosidad posibles.
Para el Gobierno, que dispone de recursos casi ilimitados para alimentar su inmenso aparato propagandístico y que incluye la onerosa adquisición de medios de comunicación, resulta imposible comprender el valor que tiene para la sociedad un órgano de prensa como Fides.
Apenas está enfrascado en su intención de consolidar la hegemonía periodística a través de una “voz única” y en ese afán destruir ANF le resulta de gran utilidad.
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