El presidente ha ratificado en su puesto al titular de YPFB, Carlos Villegas. Ha dicho que es un hombre honesto y eficiente, cualidades que lo libran de sospechas de complicidad en el escandaloso caso de corrupción que ha sido destapado a raíz de un accidente de tránsito y que además de haber causado un daño millonario al Estado, provoca retrasos en el proceso de industrialización de los hidrocarburos y lo que es peor, daña la credibilidad del país y más concretamente, hiere de muerte la integridad de la petrolera estatal, el buque insignia del “proceso de cambio”.
Supongamos que es verdad todo lo que dice y cree el primer mandatario sobre Carlos Villegas. Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero al menos el titular de YPFB debería explicarle al país cómo hizo para no enterarse y ni siquiera sospechar de todo lo que han estado haciendo sus inmediatos colaboradores en relación a la obra estrella de la empresa, que además ya tenía negros antecedentes que llevaron a Santos Ramírez a la cárcel.
Asimismo, este caso de corrupción no es el primero que ocurre en el área de hidrocarburos. Además del thriller de principios de 2009, posteriormente saltaron dos hechos irregulares en la división de comercialización de YPFB en Santa Cruz que llevaron a la cárcel a dos funcionarios que habían sido designados por Villegas.
Carlos Villegas ha sido ministro de Hidrocarburos antes de ocupar su cargo actual y en su gestión pública, que lleva ya más de seis años, YPFB sólo ha hecho noticia por los hechos de corrupción, la inestabilidad (media docena de presidentes) y la bajísima productividad, pues se ha estancado la exploración, ha caído la producción de gas y de líquidos, ha aumentado la importación de carburantes y se han perforado apenas unos cuantos pozos que no tienen la menor relación costo-beneficio con el monstruoso crecimiento de la burocracia dentro de la petrolera, compradora compulsiva de vehículos y cuyas inversiones más importantes se han ido en propaganda y en la organización de grandes foros internacionales.
Sin darle mayor crédito a las afirmaciones de los principales sospechosos del último escándalo en YPFB, quienes afirman que Villegas conocía todos sus movimientos y que le reportaban precisamente a él de lo que estaban haciendo, ¿no convendría hacer una minuciosa auditoría del contrato de construcción de las plantas separadoras de Río Grande y el Chaco? Los trabajos han seguido como si nada y obviamente nadie puede asegurar que se ha hecho una limpieza a fondo en este caso. Villegas debería ser el principal preocupado de que todo quede en regla, ahora que se ha enterado de lo que sucedía.
Si el presidente de YPFB es tan eficiente como lo aseguran con tanta insistencia en el Palacio Quemado ¿cómo es que aprueba la construcción de una planta de urea en el Chapare, a cientos de kilómetros del principal mercado de este producto? ¿O es que YPFB se va a poner al servicio también de la expansión “estratégica” de las plantaciones de coca ilegales que han puesto en jaque al país por la expansión del narcotráfico? A lo mejor eso explica la gran confianza que le tienen en este Gobierno, cuyo principal empeño –y tal vez el único-, está centrado en la sagrada hoja de coca.
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