El “proceso de cambio” tiene una ley para todo y cree que las soluciones llegarán automáticamente con la firma de un papel que termina en los anaqueles del Parlamento como casi todas las leyes que se han promulgado en este país, adormecido por la hiperlegislación.
Se roban los chicos, una ley sobre el tráfico de personas; aumenta la criminalidad, una ley para incrementar las sanciones; surgen más casos de violación y alguien sale con una norma que propone la castración de los culpables. ¿Adónde vamos a ir con tantas leyes, si nunca se han cumplido las que ya existían y eran tan buenas como las actuales, porque precisamente son copiadas de otros países, bajadas de Internet y en algunos casos, el resultado del trabajo de ONG’s que necesitan justificar las donaciones que reciben? ¿Cuántas leyes, normas, decretos y resoluciones ha dictado este Gobierno en relación al contrabando? Ya hemos perdido la cuenta, pero cada día se comprueba la falta de voluntad de las propias autoridades para hacerlas cumplir y, por el contrario, la actitud es de absoluta complacencia frente a los contrabandistas, so pretexto de evitar consecuencias sociales indeseables.
Una reciente ley promulgada establece procedimientos para el traslado de menores de edad de un punto a otro del país y obviamente, cuando tienen que pasar las fronteras. ¿Quién va a hacer cumplir estas normas? ¿Los mismos policías corruptos que se dejan coimear por los choferes ebrios que jamás han cumplido las durísimas leyes relacionadas al transporte público? Y hablando de alcohol ¿dónde quedaron las leyes recientemente aprobadas sobre el consumo desmedido en los espacios públicos? Acabamos de ver espectáculos lamentables con entradas universitarias y otros eventos folclóricos que terminaron con decenas de jóvenes intoxicados en plena vía pública.
Con las leyes que hay y que existen desde hace años ¿no se puede combatir a los taxistas violadores, a los “cogoteros” y a todos los que contribuyen a incrementar la inseguridad en las ciudades? Lo que ocurre es que la “fotocopiadora de leyes” trata de ocultar la patológica ineficiencia de este y de todos los gobiernos por atacar problemas que demandan creatividad y muy pocos recursos en lugar de leyes, grandes proyectos y costosas inversiones que sólo buscan hacer saltar los dólares y que ponen a “trabajar” a los funcionarios.
El problema de los delincuentes que se disfrazan de taxistas es tan viejo como los taxis. Cada vez se inventan nuevos sistemas de empadronamiento, que la Alcaldía, que Tránsito, que pague aquí, vaya allá, la calcomanía, el permiso y la tercera placa. Todo termina en el cobro, en la extorsión disfrazada de trámite en el Estado ratero que sólo busca meterle la mano al bolsillo a la ciudadanía a cambio de nada, porque los problemas se mantienen o empeoran.
Los barrios están llenos de costosas edificaciones a las que llaman “módulos” y que deberían ocuparse de la salud y la educación en cada caso. No funcionan, no tienen agua y luz y por supuesto, nadie que atienda las necesidades urgentes. Alguien se embolsicó un buen contrato, el funcionario hizo el amague de trabajar por la gente y los políticos aparecieron sólo para el corte de cinta. Esta misma conducta persiste con el paso del tiempo y es lo que termina de minar la credibilidad de la función pública.
No hay comentarios:
Publicar un comentario