Transparencia, control social, lucha anticorrupción, honestidad, reserva moral. Son palabras que se han repetido hasta el hartazgo en los últimos años y cada vez van quedando más huecas. En todo caso, aquellos preceptos incaicos “Ama Sua, Ama Quella, Ama Llulla”, se han quedado cortos y habría que agregarle un “Ama Mafioso” un “Ama Extorsionar” y un “Ama Chantajear”, tres acciones que parecen haberse convertido en la señal más característica del “proceso de cambio” que más parece un proceso de involución. No cabe duda que si el Gobierno no le pone freno a este tipo de actividades que han estado cobijadas por altos miembros del gabinete, el deterioro irá calando aceleradamente en el propio régimen, cuyo principal objetivo es quedarse para siempre en el poder. De la manera cómo están corrompiéndose los altos funcionarios del MAS, da la impresión de que
ni siquiera ellos confían en la perpetuidad que dice buscar el oficialismo y la angurria por el saqueo hace ver que simplemente tratan de aprovechar el “cuarto de hora”. El Gobierno no sólo tiene que recuperar la confianza de la gente, sino la de sus propios militantes, cuya voracidad es cada vez mayor, empezando desde los que han triplicado su patrimonio.
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