Pese a que fue creada en los años 50, la red internet se metió masivamente entre la gente en 1995 y no fue hasta la aparición de Google, poco tiempo después, que cobra dimensiones monstruosas que permiten afirmar que casi la plenitud de la cultura universal se encuentra hoy presente en la red, disponible y abierta a la humanidad de manera libre y gratuita, en su mayor parte.
Gracias a Internet el acceso a la información y al conocimiento se ha vuelto más democrático al punto que la red se ha convertido en un elemento indispensable para la educación. Hace mucho que la ONU se dio cuenta de esta ventaja y retó a la industria de la informática a crear una computadora cuyo precio no sobrepase los 200 dólares con el fin de permitir que millones de niños del tercer mundo puedan conectarse a las bibliotecas, a los centros de documentación, a instituciones que producen conocimiento y a las mayores enciclopedias nunca imaginadas por la mente humana.
Hace mucho también que algunos gobiernos del mundo se dieron cuenta que la conexión a internet es una gran ventaja para la ciudadanía. Países como Singapur, Corea del Sur y Estonia, disponen del servicio gratuito en todo su territorio. Organismos internacionales como la Cepal han podido medir el impacto económico que significa mejorar la conexión a la red y según indican, por una mejora del 10 por ciento en el ancho de banda, se incrementa en un 3,2 por ciento el Producto Bruto Interno. En Brasil, México y Argentina, por ejemplo, Internet representa el 2,5 por ciento del PIB y la productividad ha aumentado en un 2,6 por ciento gracias a la mejora de la conectividad. Según Mckinsey & Company, la compañía que elaboró el estudio, cada año se crean 150.000 nuevas empresas relacionadas a la red de redes y en Latinoamérica, donde las pymes representan entre el 20 y el 35% de la economía, promover su uso en el sector tiene un alto impacto.
En los últimos meses, Bolivia ha llamado la atención de las organizaciones que estudian el comportamiento económico en América Latina, ya que nuestro país ostenta el triste sitial de tener una de las conexiones a Internet más lentas y caras del mundo. Pese a ello, la población hace grandes esfuerzos por conectarse y hacer uso de las nuevas tecnologías, como lo demuestran encuestas que indican la elevada penetración de la red, sobre todo entre los más jóvenes. En estos relevamientos se indica igualmente la importancia que han cobrado las redes sociales y los medios informativos digitales en la participación ciudadana, al punto que algunos llamas a estas herramientas como el quinto poder de las democracias modernas.
Por un lado, el Gobierno delata su falta de preocupación al no contribuir con políticas que ayuden a mejorar la conectividad en el país, pese a las conminaciones que ha recibido de la Cepal y de otros organismos a actuar de manera urgente en este campo. Por otro lado, los agentes gubernamentales, empezando por el presidente del Estado reflejan el rechazo que sienten hacia el uso de las redes, a las que consideran como un espacio lúdico y de intercambio de información que amenaza con la hegemonía comunicacional que pretenden instaurar en el país.
Recientemente, la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicación y Transporte (ATT) ha emitido una resolución administrativa destinada a regular el servicio de internet, con el fin de que las empresas prestadoras cumplan con las normas internacionales en cuanto a calidad y velocidad. Ojalá que sea éste último el criterio que se imponga en el país para que Bolivia no siga sumando más elementos de atraso y de pobreza.
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