De esa misma forma titulaba hace unos días un artículo que circuló en Argentina a propósito de la Ley de Medios que estaba por aniquilar el ejercicio de la prensa independiente en aquel país y que afortunadamente tropezó con uno de los pocos jueces probos, capaces de confrontar al autoritarismo que busca imponer una voz única en todo el territorio nacional.
Suena paradójico que se hable de la desaparición del periodismo cuando cada día hay más medios de comunicación. Tal como sucede en Bolivia, en Argentina hay una explosión de órganos de prensa oficialistas que trabajan para el régimen gobernante y funcionan gracias al inmenso aparato propagandístico que derrocha millonadas en publicidad gubernamental.
Los medios alimentados directamente por el Gobierno o que gozan de amplias preferencias publicitarias están obligados a repetir el discurso predominante y a esconder el lado oscuro que sólo muestran los medios independientes, los mismos que deben sobrevivir el acecho de la judicialización, la hostilidad de los poderosos y sus huestes y por supuesto, la discriminación publicitaria del aparato público.
En esas condiciones es lógico afirmar que cada vez existe menos periodismo y más propaganda ejercida por quienes dicen ser periodistas, pero en realidad son simples esbirros de la comunicación oficial. En el caso de los medios independientes, por pequeños que sean, ante cualquier desliz que disguste a los gobernantes, quedan inmediatamente excluidos del circuito publicitario y expuestos a la desaparición.
En esta semana, uno de los periodistas con mayor trayectoria recibió uno de los premios más importantes del país. Se lo dieron con tres años de retraso y luego de vencer la presión oficial que ha servido también para sacarlo de la mayoría de los medios del país y para dejarlo sin auspiciadores, lo que le deja muy poco margen para seguir ejerciendo su labor crítica, fundamental para orientar a la opinión pública sobre hechos, escándalos y casos graves que pudieron haberse evitado de haber puesto atención a las advertencias que lanzan este tipo de comunicadores, que siempre fueron contestatarios, incluso en las férreas dictaduras y obviamente durante los denominados gobiernos “neoliberales.
En su discurso, Humberto Vacaflor citó al ex presidente chileno Ricardo Lagos, quien dijo recientemente que la democracia fue un invento del periodismo, porque antes de que exista la prensa, las decisiones las tomaban los reyes en base a sus propias percepciones o caprichos sin que nadie tenga la posibilidad de intervenir. Con la publicación de las noticias de interés público, la gente se involucra, la ciudadanía interviene y participa, además de que se produce la sanción social, elemento vital para lograr que se observen y se castiguen conductas contrarias a las leyes y la ética.
Por eso es que al desaparecer el periodismo no sólo se pone en peligro la democracia, sino que ésta tiende a desaparecer, para dar paso a la dictadura que siempre es proclive al mesianismo, a la voz única y a la imposición que no admite el pluralismo. En Bolivia, el Gobierno derrocha dinero público en propaganda, compra medios privados en circunstancias muy dudosas y también discrimina con la publicidad como hacen los argentinos. En lo que respecta a la legislación el acecho es constante y progresivo. En estos días se aprobó una ley supuestamente favorable a los reporteros, pero que lleva escondida la finalidad de lesionar financieramente a los medios independientes, con la finalidad de hacerlos desaparecer.
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