jueves, 12 de mayo de 2011

Bolivia importa...de todo


Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sobre la producción y las exportaciones explican por qué, el país sigue batiendo récords en importación de alimentos y los niveles inflacionarios son de los más altos de América del Sur, especialmente en el rubro alimenticio.

Entre enero y marzo, según el INE, la importación de alimentos superó los 143 millones de dólares, frente a los 85 millones del mismo periodo del 2010. El Estado adquirió en tres meses lo que suele comprar en todo un año. Este incremento es casi del 68 por ciento, mientras que las importaciones en general han crecido en más del 40 por ciento entre enero y abril. En el primer trimestre, las compras del exterior pasaron de los 1.168 millones de dólares a los 1.525 millones.

El reporte trimestral del INE pone énfasis en la fuerte caída que siguen experimentando las exportaciones no tradicionales, es decir, las relacionadas con la agropecuaria (principalmente soya y sus derivados), la agroindustria (azúcar), la actividad forestal, las manufacturas (textiles) y las artesanías (joyería). En los últimos meses no sólo ha caído el valor de las ventas de estos productos (74 millones de dólares), sino también, el volumen (183 mil toneladas) lo que representa una disminución de la producción y por ende, pérdida de empleos, ya que se trata del sector con mayor incidencia en la generación de puestos de trabajo.

La caída de la producción y las exportaciones se da justamente cuando las cotizaciones internacionales de las materias primas se encuentran en auge, aunque este fenómeno no es privativo de las ventas no tradicionales. La minería boliviana también ha experimentado una disminución de sus volúmenes, lo que termina de evidenciar la ausencia de políticas públicas orientadas hacia la productividad y en el caso de los alimentos, la puesta en marcha de medidas que han desincentivado las inversiones y consecuentemente han puesto al país al borde de una crisis alimentaria.

La soya fue precisamente uno de los productos más atacados por el Gobierno y eso explica que las ventas de este grano y sus derivados hayan descendido en un 33 por ciento, lo que representa 34 millones de dólares menos que el primer trimestre del año pasado y una caída en volumen de casi el 40 por ciento. Las ventas de girasol bajaron casi un 60 por ciento y los textiles un 14 por ciento. El mismo fenómeno se ha dado en el azúcar, el alcohol y sus derivados (-88% en volumen), café (-44%), frejol (-86%) y castaña (-12%).

Algunos rubros han registrado aumentos gracias al efecto precio, sin embargo, de persistir este deterioro de la producción, podría romperse el equilibrio. Como se mencionó, el empleo se ha ido deteriorando y Bolivia ha aumentado sus niveles de dependencia externa. Los ingresos del país se mantienen altos gracias a las cotizaciones  internacionales, especialmente de las exportaciones mineras y de los hidrocarburos. El régimen de Evo Morales ha profundizado el esquema extractivista, lo que hace extremadamente sensible a los vaivenes de la economía mundial. La dependencia de los recursos naturales no renovables es de alrededor del 90 por ciento y sin una estructura productiva propia, sin industrialización, con crecimientos tan bajos de la economía, sin generación de empleo y con ingresos que se gastan cada vez más en subsidiar combustibles y alimentos, es natural anticipar una fuerte crisis que ya comenzó a dar sus primeros  coletazos.

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