martes, 17 de mayo de 2011

El "nerviosismo" de los chilenos


El vicepresidente García Linera dijo que los chilenos habían comenzado a ponerse nerviosos con la estrategia que lleva adelante el Gobierno boliviano para recuperar el mar. Dónde habrá notado ese nerviosismo, porque a juzgar por las últimas expresiones de algunos representantes del vecino país, en Santiago reina un ambiente de locuacidad, bromas y hasta de chacota, motivado precisamente por las ocurrencias surgidas de este lado de la cordillera.

Cómo la estarán pasando de lindo los chilenos con el anecdotario que le prodiga la diplomacia altoperuana, que el pasado viernes, el propio canciller Alfredo Moreno, invitó a su despacho al cónsul boliviano en Chile, Walker San Miguel, para enterarse de primera mano de las últimas novedades. El delegado acudió a la cancillería mapochina a despedirse de algunos funcionarios subalternos y ni bien se enteró el ministro de su presencia en edificio, rompió el protocolo habitual y lo mandó a llamar a su despacho, donde lo tuvo más de una hora, platicando en un ambiente distendido sobre la ofensiva desplegada por el presidente Morales después del 23 de marzo, día en que anunció que Bolivia recurrirá a tribunales internacionales para lograr un acceso soberano al mar.

Chile se burló de Bolivia ni bien se produjo el anuncio público del presidente Morales de la invitación al juez español Baltasar Garzón para que patrocine la demanda boliviana ante la Corte Internacional de La Haya. Cómo habrá sido la carcajada cuando se supo que el magistrado que acorraló al ex dictador chileno Augusto Pinochet, rechazó el ofrecimiento, hecho que puso en evidencia que lo de la "estrategia" es lisa y llanamente una chapucería improvisada que se confirma con otro anuncio oficialista referido a que la Cancillería seguirá buscando expertos internacionalistas extranjeros para que le ayuden a recuperar el mar. A este paso, es obvio que Bolivia seguirá cosechando burlas y rechazos o a lo mejor, la anuencia de algún abogado aventurero en busca de notoriedad y por supuesto, una abultada cantidad de dólares.

Chile no sólo se ríe de esta guerra mediática en la que se ha metido Bolivia y que trata de vender como “estrategia diplomática”, sino también de las absurdas medidas que adopta el Estado Plurinacional dentro del país, con actos carnavalescos, la declaratoria de una jornada de asueto y un decreto que obliga a los medios de comunicación a repetir canciones y consignas con el objetivo de indisponer a la población contra los chilenos.

En realidad, la culpa no la tienen los chilenos por burlarse de las ingeniosidades que les proporciona el Gobierno boliviano. En honor a la verdad, ellos siempre se han reído de nosotros, porque jamás ha existido seriedad en el país para abordar la cuestión marítima, reducida a un mero comodín de los gobiernos de turno para exacerbar el ánimo de la población en épocas de inestabilidad política.

La gran novedad es que, por primera vez después de la firma del Tratado de 1904 que marcó la renuncia voluntaria de Bolivia a las costas del Pacífico, Chile tendrá la posibilidad de cerrar definitivamente este conflicto. Recurrir a tribunales internacionales en un ambiente dominado por las chambonadas es, sin duda alguna, el camino más seguro para sepultar para siempre las aspiraciones marítimas de los bolivianos.

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