Hace unos días, Gary Rodríguez me puso
la pelota en el punto del penal con un brillante artículo sobre la
educación, a la que él considera “la clave del éxito”. El querido amigo
Gary le hizo homenaje a un brillante maestro que le ayudó mucho en su
carrera profesional, apuntando de esa forma a la gran necesidad que hay
en Bolivia de contar con educadores bien preparados y con una enorme
vocación de servicio.
Yo creo que, apartando a los profesores
que se dejan comprar por un cordero para hacer pasar de curso a sus
estudiantes, que deben ser muy pocos, los maestros buenos sobran en
Bolivia. Y la vocación sobreabunda, no solo porque los docentes ganan
moneditas, sino porque las condiciones de trabajo son realmente
lamentables, amén del terrible estigma de revoltosos que deben cargar,
por culpa de gobernantes que siempre se han beneficiado de la falta de
educación del pueblo. Lo lamentable es que ahora se enorgullecen de la
ignorancia y lo dicen a voz en cuello.
Yo creo que más que maestros,
necesitamos estudiantes y, sobre todo, chicos, jóvenes y padres que
estén convencidos de que la educación es el único medio para salir de la
pobreza. Mientras que mi padre, y seguramente el de Gary, me decía una y
otra vez que para que yo estudie él era capaz de robar o quedarse sin
comer, en el campo por ejemplo y en muchas familias bolivianas, los chicos
suelen sacrificar la educación ante cualquier adversidad. En estos
tiempos, aprender se ha vuelto muy fácil y accesible. El desafío, como
decía Piaget, es despertar el apetito por el conocimiento y meterles el
chip a los jóvenes de que esa es la única manera de progresar y no pidiendo bonos y bloqueando caminos. Cuando
hay alumno, el profesor aparece de donde sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario