jueves, 14 de junio de 2012

El drama de los weenhayeks

Hace años que los indígenas weenhayeks, en el Chaco tarijeño, vienen reclamando por la contaminación del río Pilcomayo, del que se abastecen de pescado para su subsistencia. Ante los oídos sordos del Gobierno boliviano, decidieron trasladar su reclamo a la Argentina, donde las autoridades fueron más receptivas, pero no tuvieron más remedio que decirles que el problema se origina en la explotación de las minas de Oruro y Potosí, que arrojan sus desechos a las nacientes de este caudaloso río que recorre más de 800 kilómetros en territorio nacional. Como se sabe, la producción minera es intocable en Bolivia, tanto que hasta se le perdona impuestos, a pesar de que deja unas migajas para el erario nacional en comparación con otras actividades productivas. Por segundo año consecutivo, los weenhayeks se han quedado prácticamente sin pescado y temen morirse de hambre en los áridos parajes que habitan. Nadie ha movido un dedo por ellos en el Estado Plurinacional. Es tanta la indiferencia que sufren que los dirigentes de esta nación reconocida por la Constitución Política del Estado, están pensando abandonar su territorio e irse a cortar caña y cosechar tabaco a la Argentina. Lo harían por primera vez en más de 500 años.

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