viernes, 22 de junio de 2012
Pum, pum
Otra concejal ha sido asesinada en Bolivia. Nuevamente se trata de una
mujer y coincidentemente es opositora y por si fuera poco es la
corrupción la principal sospechosa del crimen. En marzo fue Juana Quispe
Apaza, del municipio de Ancoraimes, a quien el oficialismo envolvente
le hizo la vida imposible para sacarla del Concejo hasta un día apareció
estrangulada a orillas de un río. Esta vez ha sido en Guayaramerín,
alcaldía fronteriza del departamento del Beni, donde el martes pasado la
concejal Daguimar Rivera Ortíz recibió dos tiros en la cabeza
disparados por sicarios, aparentemente contratados por gente que se
sentía incómoda por las denuncias de corrupción que venía realizando la
representante de la agrupación Primero El Beni. La hija de la concejal
fallecida ha levantado sospechas contra una dirigente masista a quien su
madre denunció por supuestos actos de nepotismo y malversación de
fondos. El miércoles, cientos de habitantes de la localidad salieron a
las calles a exigir justicia, mientras las autoridades del Ministerio
Público prometían esclarecer cuánto antes el hecho. Por las dudas, el
caso de Juana Quispe sigue durmiendo en los pasillos de la Fiscalía. No
vaya a ser que este método se convierta en la nueva modalidad de hacer
política en el país.
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