lunes, 18 de junio de 2012

El peligro de la tardanza

La Cancillería de Brasil pudo haberse equivocado al otorgarle refugio al senador boliviano, Róger Pinto. Nadie es infalible y así lo demostró la “sabia” Itamaraty cuando hizo un mal cálculo al refugiar al depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya, quien permaneció durante cinco meses en la Embajada brasileña en Tegucigalpa, tras ingresar clandestinamente al país centroamericano con intenciones de recuperar su cargo, con la ayuda de varios mandatarios sudamericanos, entre ellos Lula da Silva y Hugo Chávez. Pero ni siquiera en aquella ocasión los brasileños dieron marcha atrás e insistieron hasta el último momento en sacar pecho por Zelaya y su decisión, que terminó en un bochorno de grandes proporciones. El Gobierno no debería insistir en que Brasil revise su decisión porque no lo van a conseguir. Lo único que lograrán es echarle leña al fuego, irritar a Brasil (que está “a poquingo”) y conseguir que el caso Pinto se vuelva un escándalo internacional que, entre otras consecuencias, podría ocasionar una avalancha de refugiados políticos en Bolivia, lo cual terminará obligando al régimen no solo a retirar todas las acusaciones de desacato, sino a declarar una amnistía para una inmensa cantidad de líderes opositores perseguidos.

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