lunes, 19 de marzo de 2012
500 años después
Cristóbal Colón siempre llevaba espejitos de colores en sus viajes al “Nuevo Mundo”. Los utilizaba para llamar la atención de los indígenas, a quienes se los cambiaba por oro, plata y otras riquezas. Los ancestros de Evo Morales, quien dice ser indígena, saben muy bien el inmenso precio que tuvieron que pagar por las chucherías que repartía el navegante genovés. El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en su libro “Cien años de soledad” utiliza el hielo como alegoría de lo que han hecho los gobernantes el continente para comprar y masajear la conciencia de los pueblos. Pero al final es el mismo truco del espejito. Mucho antes, el Imperio Romano creó el Circo, como forma de distraer a la población mientras los mandamases hacían de las suyas con la que vilipendiada República. En este momento, el presidente boliviano entrega motores para lanchas, antenas, generadores de electricidad y otros objetos a los indígenas del Tipnis, a quienes trata de convencer de esa manera sobre los beneficios de una carretera que destruirá el parque Isiboro Sécure. Y mientras se realiza una reunión de los dirigentes que están en contra de esa obra, el Gobierno organiza un partido de fútbol entre las distintas comunidades del Tipnis.
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