El otro día, una mujer que barre las calles de la ciudad, recientemente contratada por el nuevo operador de limpieza, se quejaba por los insultos de la gente. Todo el mundo quería pegar la rabia con ella, por los tropiezos en el servicio de aseo urbano que, en honor a la verdad, llevan más de 20 años sin resolverse. Esa misma gente que insulta, que reclama, que pide airadamente respuestas de la Alcaldía, que espera que venga un mago con su varita mágica y ¡zas!, arregle el problema con un “abracadabra”, es la que tira la basura en cualquier lado, que lanza los desperdicios desde las ventanillas de los micros y automóviles y que piensa que la limpieza es un asunto de las autoridades y nada más. Cada uno debe asumir su responsabilidad y tanto las autoridades como sus contratistas están llamados a cumplir, pero mientras la gente piense de la misma manera que esos que lanzan insultos y basura por todos lados, no habrá quien resuelva ni éste ni ningún otro problema que tanto nos agobian a los bolivianos. Somos un pueblo lleno de maleducados y mientras sigamos así, no podemos aspirar más que a tener gobernantes barrenderos.
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