sábado, 31 de marzo de 2012

La necesidad de partidos políticos

Las insistentes señales que reflejan la profunda crisis interna que enfrenta el oficialismo, que llegó al poder a través de un “instrumento” que no llegó a consolidarse como partido político, vuelven a poner en el tapete el debate público que debe ser encarado, sobre la necesidad de fortalecer los mecanismos idóneos de intermediación política en Bolivia.

Este tema es de interés de todos y de urgencia para el Gobierno, ante el acelerado debilitamiento que enfrenta, con serios perjuicios para la figura del caudillo, que parecía “blindada” hace un par de años. Resultan obvias las dificultades del “proceso de cambio” al intentar estructurar un gran proyecto político sobre los hombros de un andamiaje partidario disperso, sin disciplina, carente de doctrina y sin el sustento ideológico imprescindible para respaldar sus acciones.

El conglomerado de movimientos sociales, cada uno con su visión particular del país, con sus exigencias y con todas las intenciones de sacar provecho del poder, han terminado por desvalorizar el espíritu del cambio que se gestó luego del deterioro de la “democracia pactada” vigente hasta el 2005.

El presidente Morales ha expresado en varias ocasiones que se siente chantajeado por el “anarcosindicalismo” reinante y prueba de ello es que durante su mandato se ha batido el récord histórico de conflictos, por encima de los fatídicos años de la UDP. La amenaza de detener y procesar a los que promuevan bloqueos, además del anuncio de depuración de los militantes del MAS son el reflejo de este agotamiento que está a un paso del quebranto final. Si el primer mandatario ha pedido el retorno de importantes figuras políticas de su Gobierno que pasaron a las filas de la disidencia, es porque se ha quedado sin el aporte teórico, sin el debate interno y sin el valor que tiene la militancia basada en principios y no en prebendas, como sucede con los cocaleros y muchos otros sectores que solo causan desprestigio.

Un Gobierno que está a merced de sectores que no hacen más que exigir bonos, que bloquean para no pagar impuestos y demandar el ingreso de autos chutos y que se muestran insaciables con sus exigencias, no puede tener otro destino diferente al que tuvo precisamente la administración conducida por Hernán Siles Zuazo.

Desde el punto de vista de la oposición, la ausencia de partidos políticos estructurados con solidez institucional e ideológica también le ha pasado factura a la política boliviana, que ha pasado de los pactos y coaliciones, a la inconsistencia de las agrupaciones ciudadanas y “juntuchas” efímeras y ocasionales que no han hecho más que desnaturalizar la verdadera finalidad de la participación ciudadana en los asuntos públicos.

Tanto el MAS como los diferentes actores de la sociedad civil, necesitan llegar a la conclusión de que sin partidos políticos, en el clásico sentido de la palabra, no es posible avanzar en el debate y la búsqueda de una visión coherente sobre el futuro de Bolivia. El MAS todavía tiene una agenda pendiente para poner en marcha. La gran mayoría manifestó su apoyo por esa opción, sin embargo, muchas cosas han fallado en la ejecución justamente por la carencia de la maquinaria idónea.

1 comentario:

  1. La destrucción de la estructura política, que si bien no llegó alcanzar calificativos de buena governancia solo se tradujo en metas de gobernabilidad, mantuvo a Bolivia en la senda del desarrollo institucional. Todo este trabajo ha sido destruido en los últimos años, bajo el justificativo de implementar un "modelo de cambio." Sin embargo, ahora vemos que ese modelo no ha logrado desarrollar una base estructural definida, el proceso ha desmantelado el estado solo para volver a conformarlo con gente que no cuenta con la mínima capacidad para administrarlo.

    Nos preguntamos cómo volver a recomponer la democracia, y cabalmente vemos el total vacio existente en la estructura de partidos políticos, como instrumento para administrar la política del estado y corroboramos que los sectores se han constituido en los nuevos interlocutores en este vacio institucional.

    La intención de generar iniciativas políticas a partir de las denominadas "agrupaciones ciudadanas" resultan infuctuosas por carecer del elemento integral que demanda la estructura de una fuerza política, la cuál es la visión conjunta de un estado frente a la visión parcializada de un conglomerado ciudadano.

    Es esencial trazar el camino hacia la configuración de nuevas fuerzas políticas, Para ello se hace necesario un pacto social entre los diferentes sectores de la sociedad civil e instituciones para definir como única ruta posible para la recomposición del estado. Este pacto debe establecer las condiciones esenciales bajo las cuales deben generarse las nuevas fuerzas políticas a fin de no repetir los errores del pasado. Éste vislumbra la mejor manera de enfrentar la descomposición política social existente.

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