No vamos a hablar aquí de los “elefantes blancos” que tienen acorralado al Gobierno central. Todas esas empresas estatales que no logran arrancar, pero que están desangrando a raudales al erario público. Ha sido tal la irracionalidad y la falta de planificación que hasta las propias autoridades reconocen haber prometido y aprobado por decreto la construcción de un ingenio azucarero en Bermejo, cuyo destino sería –según indica la ministra Morales-, quedar de “adorno”. Aún así, el Banco Central de Bolivia tiene listos 1.200 millones de dólares para seguir “adornando” el país, como si Bolivia no tuviera apremiantes prioridades que atender.
Precisamente de ellas es necesario hablar, en vista de recientes informaciones publicadas en la prensa que dan cuenta de la irresponsabilidad con la que se manejan los recursos públicos. Cómo es posible admitir que en un país que necesita tanto mejorar la salud de la población se abandonen centros médicos construidos hace años en varios barrios periféricos de la ciudad. Se trata de edificaciones modernas, muy costosas, con todas las dependencias necesarias para atención primaria, que están rodeadas de monte, abandonadas y a merced del vandalismo, porque nadie ha dispuesto su equipamiento y la dotación de personal para que puedan brindar el servicio al público.
La Alcaldía dice haber cumplido con su responsabilidad de habilitar la infraestructura y acusa al Ministerio de Salud por el descuido en la habilitación de los centros asistenciales. Desde el Gobierno central se lavan las manos y responsabilizan a la Gobernación Departamental, que anda asumiendo nuevas competencias con cada vez menos recursos, sin derecho a protestar porque el oficialismo tiene amedrentadas a las autoridades locales. En medio de esta pelea, miles de personas se quedan sin médico, sin remedios y a merced de las enfermedades. Es doloroso ver cómo en las instancias y administrativas no existe la menor sensibilidad por atender los problemas básicos de la ciudadanía.
Pero hay más elefantes blancos. Demás está mencionar absurdos como el puente a medio construir ubicado a la salida del aeropuerto Viru Viru, o el estadio de fútbol, también inconcluso a pocos metros de allí. Recientemente se denunció de la existencia de cientos de viviendas del Programa de Vivienda Social del Estado que están vacías y que no han sido entregadas por diferentes motivos a los supuestos adjudicatarios.
La lista continúa. En Santa Cruz los gremiales pelean por mercados. Se instalan en las rotondas, en las aceras y en cualquier lugar de la vía pública. Lo lamentable es que cuando al Alcaldía construye modernas instalaciones, se niegan a ocuparlas. Ha pasado con muchos establecimientos en el pasado y ocurre hoy con el mercado del Plan Tres Mil, una gran obra que permanece cerrada, porque los vendedores prefieren mantenerse en el desorden y el caos. Ocurre en La Pampa de la Isla y Los Chacos, donde el problema es la falta de servicios.
Negligencia, falta del principio de autoridad, malos hábitos de los usuarios acostumbrados a comprar en medio de la calle y sobre todo, una carencia del sentido del respeto a la convivencia y ausencia de compromiso de las autoridades para resolver problemas concretos. Todo conspira para que nuestras ciudades y el país no puedan dar pasos consistentes hacia la búsqueda del bienestar.
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