El país no sale del asombro que causó el locuaz comentario del jefe de la diplomacia boliviana en una reunión de la OEA en Washington. El Gobierno boliviano está por encarar esta semana una nueva misión diplomática a la ciudad de Viena, sede de un foro mundial sobre las drogas auspiciado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU.
La misión será encabezada por el presidente Morales, cuyo objetivo fundamental es que la Convención de Viena sobre Estupefacientes elimine de su lista “negra” a la hoja de coca. El Gobierno boliviano decidió el año pasado convertirse en el primer país en retirarse de dicha convención y la idea es ser readmitido “con reservas”, es decir, dejando en claro la objeción a la prohibición del masticado de la coca, que Bolivia aceptó en 1976.
El viaje del presidente es sumamente importante ya que las consecuencias que podría acarrear cualquier decisión que se tome en Viena (que no será en esta semana) serán muy delicadas para el futuro del país. De darse un resultado negativo, cosa que es probable, tal como lo adelantó recientemente el presidente de la JIFE, Hamid Ghodse, Bolivia podría ingresar en la categoría de país interdicto, al margen de una norma internacional de extrema jerarquía. En caso de que el primer mandatario se anote un éxito en Austria, no cabe duda que se trataría de la mayor victoria diplomática de la historia del país. ¿Se ha encarado ese viaje en esa dimensión? ¿O es que el país y el mundo deben prepararse para algo similar a lo que ocurrió con el canciller Choquehuanca en la OEA, donde supuestamente se pretende reposicionar la demanda marítima boliviana como un asunto multilateral?
En las últimas semanas se ha estado hablando hasta el cansancio sobre los preparativos del viaje del presidente, pero además de la noticia de que Evo Morales masticará coca frente todos en Viena, que viajará acompañado de algunos dirigentes cocaleros y que llevará consigo algunas “hojas sagradas” cultivadas en los Yungas, es poco lo que se conoce sobre el contenido de la posición boliviana ante la JIFE. Debemos recordar que no es la primera vez que el mandatario boliviano cumplirá con el ritual del acullico en la ONU, hecho que no redundó en beneficios palpables para la imagen de la coca en el mundo.
Los que defienden la coca en Bolivia han estado propalando los estudios que supuestamente hizo la Universidad de Harvard en 1975, según los cuales, la coca tiene grandes ventajas nutricionales, capaces de aportar, con 100 gramos de masticado, la ración de nutrientes diarios recomendados para cualquier ser humano. Otro dato que están difundiendo alegremente es que, de acuerdo a una investigación, casi el 85 por ciento de los bolivianos consumen coca diariamente. Si el presidente va a repetir estos datos, como lo ha hecho en otros foros, el mundo no podrá explicarse entonces, por qué Bolivia ocupa uno de los primeros puestos en materia de desnutrición, con altísimos índices de tuberculosis y otros males que se originan en la mala alimentación.
Hubiera sido plausible que el Gobierno lleve ante un foro tan importante, el estudio sobre la coca que tanto le ha prometido al país, los resultados de la política de industrialización y por supuesto, logros más alentadores en materia de lucha contra el narcotráfico. Nadie va a discutir que la coca merece un estatus especial en Bolivia y sería iluso pensar en que debe ser erradicada por completo o considerada una droga, pero lamentablemente su defensa luce poco seria.
Gracias por compartir este post. Está mencionado en la siguiente nota de Global Voices: http://globalvoicesonline.org/2012/03/14/bolivia-a-serious-bid-to-lift-un-ban-on-the-coca-leaf/
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