miércoles, 16 de noviembre de 2011

Gas: de mal en peor

Cuánto tardará el país en recuperarse de las graves lesiones que le está causando el proceso de cambio? Hablemos solo del gas, cuyo desastre empezó en el año 2003, justo cuando los dirigentes sindicales que luego se convertirían en gobernantes, tumbaron el negocio que debía catapultar a la industria gasífera nacional hacia el sitial que le tenía reservada la historia; es decir, como eje de distribución energética del Cono Sur.

Aquellos cabecillas que, tal como lo acaba de confesar el presidente Morales, apenas saben de marchas y bloqueos, no tenían la menor idea del proceso en el que se encontraba el gas desde hacía 50 años, tiempo que le tomó madurar al proyecto de exportación a Brasil. Encontrar nuevos mercados y reservas era el paso siguiente, el mismo que estaba a punto de darse cuando la montonera irrumpió a título de cantos de sirena que siguen hoy trinando en el aturdido caminar de esta falsa revolución.

Bolivia lo perdió casi todo, porque los aventureros que se llenaban la boca con palabrotas como “soberanía”, “industrialización” y “recuperación de los recursos naturales”, se dejaron embaucar por quienes buscan que el país sea un eterno relegado de la historia y que hoy precisamente siguen instando a que los gobernantes se enfrenten al pueblo por una carretera de fines oscuros y peores antecedentes.

La industria gasífera boliviana era la vedette de América del Sur y para Bolivia era la gran promesa, no solo por el incremento de los recursos públicos, que de hecho, ya se habían consolidado en la Ley de Hidrocarburos, sino porque faltaba muy poco darle un alcance continental, frente a mercados que comenzaban a expandirse. Luego de seis años de aventuras, corruptelas y la magistral demostración de ineficiencia perpetradas por el Estado Plurinacional, el gas boliviano está en quinto lugar en la fila de proveedores del continente, muy detrás de Perú, de Trinidad y Tobago con su LNG que está inundando Argentina y Chile y con posibilidades de retroceder aún más, luego de recientes noticias acaecidas en el mundo energético que planifica y toma sus previsiones. Resulta que Repsol, la empresa que ha estado aguantando las vicisitudes que implica operar en “la Bolivia del cambio”, porque no le queda otra salida, ante la necesidad de abastecer el mercado argentino, ha hecho el descubrimiento de las reservas de gas más importantes de su historia.

Este descubrimiento, al igual que los realizados por Brasil en los últimos años, no llegan por casualidad. Ambos países, que se constituyen en los dos únicos clientes del gas boliviano, se propusieron con mucho ahínco conseguir la soberanía en materia energética, ante la incertidumbre que comenzó a generarse en Bolivia después del proceso de nacionalización. Los dos recorrieron el camino correcto. Perú hizo lo propio y ahora los tres están en inmejorables condiciones de sustituir el fluido que sale de nuestro territorio.

En este momento, Bolivia apenas puede cumplir con la demanda interna y sus dos mercados de exportación. La ausencia de inversiones por la falta de un clima favorable a los capitales, han dejado al país en apreturas que no tardarán mucho tiempo en colapsar. La industria aún tiene tiempo de ser tomada en serio por los clientes que ahora la miran con desconfianza. De no producirse un verdadero golpe de timón en los próximos años, el gas boliviano pasará a ser marginal, un dato anecdótico en la historia de los grandes fracasos.

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