Cuando se aprobó el aumento superior al 70 por ciento en la gasolina y el diesel, muchos coincidieron en afirmar que la medida no era mala en sí misma, sino que se erró en el volumen del incremento. Posteriormente se llegó a un consenso de que la nivelación de los precios debía hacerse de manera gradual. El Gobierno propuso abrir un debate al respecto, pero no hizo ni lo uno ni lo otro y en cambio, pocos meses después de semejante sofocón, lanzó una ley para autorizar la nacionalización de casi 130 mil automóviles que ingresaron de contrabando al país.
“Los subsidios son un cáncer para el país”, decían los voceros del régimen, tratando de hacer ver la crítica situación financiera del país. Lo de los “autos chutos” fue un acto que derribó por completo este argumento, de la misma manera que lo ha hecho la política de derroche que ha seguido practicando este Gobierno, cuyos gastos superfluos han alcanzado cifras récords en los últimos años. Cómo es posible que el presidente hable de gasolinazos, de suspender los subsidios, que hable de un fuerte déficit fiscal y les advierta a los trabajadores que no habrá aumento salarial el año que viene, días después de haber anunciado la construcción de un hangar exclusivo para su avión que costará diez millones de bolivianos. Haber gastado más de cien millones de bolivianos en unas elecciones tan extravagantes como inútiles, es el mejor testimonio de que el manejo de la economía que lleva adelante el MAS está sumida en la más absoluta incoherencia e irracionalidad. ¿O de qué manera se puede explicar el bono extraordinario de mil bolivianos para los empleados públicos?
Los expertos en economía hablan del milagro boliviano “al revés”. No se explican cómo un país que atraviesa uno de sus períodos de bonanza más importante de su historia, terminará el año con un déficit fiscal que también es histórico en términos de volumen. Tampoco entienden el abultadísimo crecimiento de la deuda pública boliviana, cuando la abundancia de recursos era propicia para pagar y deshacerse de pesadas cargas financieras. No se explican por qué, un Gobierno cuya plataforma política fundamental estaba concentrada en los hidrocarburos, descuidó tanto este sector, al extremo de convertir a Bolivia en un importador nato, luego de haberse proyectado como el núcleo de distribución energética del Cono Sur.
El año pasado se habló del contrabando de diesel hasta en mamaderas. ¿Qué se ha hecho para avanzar en este aspecto? Tampoco se ha hecho lo suficiente para cambiar la matriz energética del parque automotor y es obvio que los rumores del gasolinazo llegan cuando el pico de consumo llega a su cúspide anual, lo que podría repercutir en un repunte de la inflación, tal como sucedió el año pasado. En otras palabras, no hace falta que el Gobierno decrete un nuevo incremento. Con solo mencionarlo ha ocasionado problemas que no es capaz de resolver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario