Con la firma del acuerdo para la normalización de las relaciones
diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos, ha vuelto el debate sobre
la extradición del ex presidente boliviano Sánchez de Lozada. En
Bolivia, el presidente y muchos otros, creen que el retorno de Goni
depende de que Obama chasquee los dedos y zas. Aunque no lo crean, así
no funciona la democracia en muchos países y precisamente en el país
del norte, el verdadero poder lo tiene la Corte Suprema de Justicia.
Los miembros de este tribunal tienen sus cargos asegurados de por vida
y tienen la potestad de meter preso al presidente y a cualquier otra
autoridad de la República. Pero al margen de cualquier consideración
académica, justamente ha sido el jefazo el que les ha dado los
argumentos más sólidos a Goni y al “Zorro” Sánchez Berzaín para
librarse de cualquier juicio: “Yo no fui”. Los abogados deberían tomar
nota de la nueva jurisprudencia boliviana instaurada por el jefe del
Estado Plurinacional. Seguramente nadie vio a Goni o a su ministro
reprimiendo y disparando en Warisata y tampoco repartiendo palo a
diestra y siniestra en El Alto en el 2003. Ellos, como Evo Morales,
pueden alegar con la tesis muy de moda en Bolivia: “Yo no fui”.
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