El año pasado, el mismo ministro pronosticó una inflación del cuatro por ciento, cifra que ha sido largamente superada por el 6,04 por ciento acumulado hasta octubre, lo que anticipa no menos del siete por ciento hasta fin de año. El funcionario no ha explicado qué va a hacer para bajar el índice de precios y las condiciones no son del todo favorables. Cada mes, el país bate un nuevo récord en las importaciones, fenómeno que empuja los precios hacia arriba. No se conoce de la puesta en marcha de ningún tipo de revolución productiva destinada a mejorar el abastecimiento interno y, en todo caso, con las restricciones a las exportaciones, con los desincentivos a las inversiones y con mercados cada vez más restringidos (veremos qué pasa con Estados Unidos), lo más probable es que la producción siga postergada en Bolivia. El mago tiene la palabra.
Este mismo razonamiento se puede aplicar al crecimiento. Menos mal que para el 2012, las previsiones (5,52%) no son tan ilusionistas como las de este año, que se fijaron en siete por ciento y apenas pasarán del 4,5 por ciento, una de las más bajas de América Latina, un continente que hoy se encuentra en un auge económico histórico. Acabamos de enterarnos que solo una de las 14 empresas creadas por el Estado Plurinacional para apuntalar la economía boliviana ha generado ingresos y el resto apenas ha arrancado o todavía se encuentra en veremos. Se han invertido 2.000 millones de dólares para producir poco y nada y para generar solo 250 empleos. Si a esto le sumamos, el poco incentivo al sector privado y el inmenso despilfarro en el que incurre el aparato burocrático, las posibilidades de que se cumplan los pronósticos del ministro Arce son escasas.
¿Inversión? A no ser que la magia del ministro sea capaz de revertir la crisis mundial que ha estado afectando los precios de las materias primas que exporta el país y, por ende, los ingresos que recibe el Tesoro General de la Nación, para que podamos asegurar un nivel de gastos tan generoso como el que propone (más de 3.200 millones de dólares). Semejante capacidad de intervención en la realidad, le debería permitir cumplir con la promesa de no aplicar el gasolinazo durante todo el año 2012 y, por supuesto, encarar el abultado subsidio a los carburantes, que según él mismo lo dijo no hace mucho, se ha vuelto insostenible para las arcas del Estado. El precio del petróleo (y por ende del gas) que tiende a dispararse por las amenazas bélicas del Medio Oriente, podría ayudar en algo, pero sin incremento de carburantes y con la obligación que tiene el Gobierno de seguir importando cantidades crecientes de diesel, gasolina y GLP, los subsidios podrían trepar a niveles mucho más que insostenibles. Y eso no se soluciona con el petróleo recientemente descubierto en La Paz, en otro acto de magia nunca antes visto; es decir, sin perforar ni un solo pozo.
El gran acto de magia podría llegar por el lado del endeudamiento. Semejantes números solo pueden explicarse por el anuncio del ministro Arce del lanzamiento a nivel internacional de “bonos soberanos”, por un valor de entre 500 millones y 800 millones de dólares. Endeudarse en época de bonanza económica no suena tan mal como pronosticar déficit fiscal. Eso no es magia, es el colmo...
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