A Chile nunca le ha gustado que Bolivia ande reclamando el mar en todas las cumbres. Durante casi cinco años, Evo Morales les dio el mayor de los gustos a los chilenos, ya que el tema marítimo fue prácticamente extirpado de todos los discursos oficiales. De un momento a otro y por razones netamente internas, el jefazo comenzó a chillar por agua salada, pero le fue muy mal. En su primer ensayo, durante la última Asamblea de la OEA celebrada en El Salvador, la diplomacia boliviana recibió una paliza cuando intentó incluir una resolución sobre la demanda marítima. Antes de la reciente Cumbre Iberoamericana realizada recientemente en Paraguay, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, le pidió a su colega boliviano no hablar del mar. Al principio parecía una súplica, pero al final se supo que se trataba de una advertencia, mejor dicho, un buen consejo para evitar un nuevo papelón. Menos mal que el presidente Morales prefirió hablar de la quinua, del Tipnis y de lo malos que son los periodistas bolivianos y apenas hizo referencia al mar, sin mencionarlo. Pero al final, cuando intentó meter su queja en la declaración final de la reunión presidencial, el resultado fue otro rotundo revés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario