sábado, 26 de noviembre de 2011

Niños precoces

Me impresionaron dos noticias que llegaron de Inglaterra la semana
pasada. Un joven de 29 años se convirtió en abuelo después de que su
hija dio a luz a los 14 años, casi la misma edad en la que él fue
padre por primera vez. La segunda es de otro chico muy precoz, Charlie
Jackson de cinco años, el jugador de fútbol más joven fichado por el
famoso club Manchester United.

En el primer caso resulta obvio que una precocidad tan extrema puede
conducir también a enfrentar problemas de manera anticipada. Una madre
o un padre a los 14 años no suena bien en ningún lado, aunque
lamentablemente ese ese es un mal endémico que las familias, los
educadores y el Estado tenemos que enfrentar juntos y con mucha
fuerza.

El otro caso, el de un pequeñín que dentro de muy poco tiempo estará
rodeado de cámaras de televisión, enfrentando compromisos deportivos y
grabando anuncios de televisión, es también preocupante. El caso de
Ronaldo y del propio Maradona son ejemplos que indican que a la
precocidad no hay que darle rienda suelta. Me he cansado de ver a
padres que agobian a sus hijos exigiéndole medallas y trofeos, cuando
los chicos no tienen edad más que para jugar a las escondidas o la
rayuela.

Recuerdo a mi madre cuando reprendía a mis hermanas mayores. Apenas
habían llegado a la pubertad y ya querían maquillarse. ¿Acaso el gallo
canta antes de tiempo? Tenía mucha razón. En la naturaleza la
precocidad a veces es mala señal. En tiempos de sequía, las plantas
suelen acelerar su ciclo vital por una cuestión de supervivencia.
Florecen y frutean antes de tiempo, cuando el tallo aún no se ha
desarrollado lo suficiente. El resultado es un fruto raquítico e
inservible para la reproducción. Respetar los ritmos de la vida parece
ser el consejo más natural.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, creo que todo tiene un ciclo y no veo conveniente el quemar etapas. Los padres deberían leer esto y muchos artículos más relacionados, antes de tomar decisiones por sus hijos.

    ResponderEliminar